dijous, 24 de desembre del 2009

24 de noviembre

Tengo muchos testigos que pueden asegurar que a medida que la fecha se acercaba (primero era el viernes 27, y luego lo cambiaron al 24, echando abajo los planes de mucha gente, aunque favoreciéndome a mi…) mi persona era cada vez más difícil de tratar y más monotemática. Esta situación llego a su cumbre cuando faltaban tres días, y una servidora estaba resfriada y con dolor de cuello. Me traté amorosamente, pero de todos modos el día D no estaba del todo recuperada. Esto no me impidió salir de Palau a las 8:30 para estar en el Palau Sant Jordi a las 10.


No había mucha cola. A medida que las horas iban pasando se iba alargando y alargando, pero de una forma gradual y pausada, hasta más o menos las 4 de la tarde, momento en que la tensión empezó a calar en nuestros ánimos. Yo de hecho estaba tranquila. No me creía que lo que iba a vivir fuera real –no me lo creí ni antes, ni durante, ni después-, pero lo que era real era que había mucha gente con mucho morro que se estaba colando descaradamente. Un tumulto se empezó a formar al frente a las vallas de seguridad que habían sido colocadas por la mañana.

Nosotras, por suerte, estábamos bien colocadas, y no se nos coló nadie. A las 5 la gente se levantó. Nos esperaban dos horas y media de tensión aterradora. los ensayos que habíamos oído antes (un aperitivo de lo que sería Undisclosed Desires) habían sido un tastillo con el que pasar el rato.

Para desgracia de nuestro sistema nervioso, las puertas no se abrieron hasta las 7 y media. Las peticiones de que no corriéramos habían sonado ridículas, y lo parecieron aun más cuando todo el mundo se lanzó a la carrera por escaleras que daban miedo para obtener el oro: un puesto en primera fila. Nosotras lo conseguimos, un puesto de lujo frente a lo que parecían tres gigantescos edificios en medio del escenario. La visión del micro que iba a captar la voz de Matthew Bellamy en el lateral izquierdo del escenario, cerca de nosotras, me hizo pegar un grito que molestó a más de uno...


Mucha gente se queja de que éste es el momento en que los minutos pasan más lentamente, pero a mí, pese a los empujones que me apretaban desde la izquierda, después de lo mal que lo había pasado un rato antes, me pareció poco tiempo el que tardaron Biffy Clyro en salir al escenario, torso desnudo el cantante/guitarrista y mucha energía por desprender.

Tocaron y se fueron, y de nuevo el rato que tardaron las luces a fundirse me pareció poco. Pudimos ver a la Keytar y a la Glitter (guitarras de Matthew) por primera vez (más gritos), cosa que nos hizo bastante amena la espera (al menos a mí).


Cuando finalmente nos quedamos a oscuras otra vez gritamos todos como uno solo, pero yo seguía sin creérmelo, apretando con fuerza la mano de mi amiga. Delante nuestro, proyectados en los tres edificios, teníamos los mejores visuales que he visto nunca. La influencia de 1984 de George Orwell era muy clara: gente subiendo, ordenados en fila, todos iguales. Subiendo y subiendo, hasta que… Cae uno. La multitud gritó. El efecto dominó se produce en los tres edificios, y finalmente, las telas que cubren los edificios caen, y ahí subidos están ellos tocando Uprising con una fuerza que hace que todo parezca más irreal. Aún así, grité y canté con todas mis fuerzas. Matthew nos cegó con un mini espejo con el que refleja los láseres verdes del escenario, Dominic Howard sonreía (como siempre) detrás de su nueva batería con estampado vintage, y Christopher Wolsenholme (como siempre) sacudía la cabeza arriba y abajo, de un modo del que sólo es capaz él. Comprobado por los fans: no recomendamos imitarle. Las consecuencias son agudos dolores de cuello de bastante duración.


Después de la revolucionaria Uprising, Matt lanzó sus gafas azules con luces (rebotaron delante nuestro en el foso…pero no tuvimos suerte, se las quedó otra chica) prosiguieron con Resistance, tema que da nombre al disco, que nos cuenta la historia de amor de 1984. Una canción preciosa llena de energía. Acaban la canción y, de improvisto, empiezan a sonar unas notas con el piano (Morgan Nichols, el asistente de la banda en directo, está medio escondido con su teclado entre los edificios de Dom y de Chris) que todos conocemos muy bien… Matthew empieza a cantar New Born a medida que las plataformas de los edificios van bajando, y en el preciso momento en que entra la guitarra y empieza a tocar llega al suelo y se acerca a nosotras.

No me acuerdo exactamente de nada de lo que hice en el concierto, sólo sé que canté y grité con toda mi alma y que ellos estuvieron impresionantes. Así que si puedo decir que Matt se lanzó al suelo en momentos de New Born es por haberlo visto después en vídeos de fans.

Después de New Born aprovecharon para saludarnos y Dom se disculpó por el cambio de fecha, que había sido a causa del “bloody tennis” (la Copa Davis).

A esto siguió Map of the Problematique, para mi disgusto personal. Creo que es una de las canciones de Muse menos buenas, que podría haber sido reemplazada en el setlist prácticamente por cualquier otra. Esto no quiera decir que no la cantara, claro…

Fui compensada cuando la canción archiconocida por las adolescentes crepusculeras empezó a sonar, con Matthew al lateral del escenario y Chris en el otro. Supermassive Black Hole es una de las canciones a las que más adicta soy, y me disgusta sobremanera que el fenómeno Crepúsculo la haya tomado como bandera (y como consecuencia haya hecho que haya mucha fan suelta que en realidad solo conoce dos canciones).

MK Ultra quizá no hizo perder el control (“Now we’re falling, we are loosing control…”)a tanta gente como otras canciones hicieron, pero por ser del nuevo disco (y a la gente le cuesta aprenderse los nuevos discos) no estuvo nada pero que nada mal.

Entonces las notas del Interlude nos anunciaron a todos que Hysteria había llegado. Observar a Chris era algo increíble, el cuello de este hombre está para ser investigado por la ciencia, en serio. Ahí fue cuando le imité más… Estuve unos cuantos días sin poder decir sí y no con la cabeza.

Después de Hysteria, Matthew nos dejó con una sorpresa: Nishe. Una B-side instrumental (muy sugerente) del primer disco de la banda, en el que han utilizado fotografías de fans para formar la palabra Muse en las pantallas (aunque yo no me enteré, estaba bailando… Lo vi en Madrid).

Mientras Dom y Chris tocaban aquella maravilla desconocida para muchos, unos cuantos técnicos sacaron a la luz el piano de cola de Matthew. Éste volvió a aparecer, se sentó en el banquillo, y a medida que las primeras notas de United States of Eurasia deleitaban nuestros oídos las torres empezaban a subir. Subidos ahí tocaron este primer single de The Resistance que estuvo relacionado con una caza del tesoro (de Pendrivers con puzles concretamente...) a nivel mundial, y luego su versión más conocida: la increíble Feeling Good. Sí, todos nos sentíamos bien.

Los edificios bajaron, y empezó Guiding Light, una de las canciones de amor (sin caer en lo cursi) que hay en el último disco. Matt desapareció de nuevo, y Dom y Chris nos ofrecieron otro solo.

Y qué solo.

Lo han bautizado Helsinki Jam, pues fue tocado por primera vez en esta ciudad en el inicio de gira. Chris se sube a la plataforma de Dom, y empiezan a tocar con una gran potencia mientras se elevan al mismo tiempo que van girando, formando una espiral de subida y de bajada. Sin palabras.


Después de este episodio de alucine colectivo, vino la anécdota del concierto. Matthew salió con su Keytar (es una guitarra que no tiene cuerdas, sino teclado donde deberían estar las pastillas) empezando la entrada de Undisclosed Desires. Pero se encontró que en el momento en el que tenía que entrar el bajo, éste no entró. Matthew miró a Chris. Lamento aun no haberle visto la cara, pues me daba la espalda, pero me lo imagino dirigiéndole una mirada de “y tú qué” al miembro más joven de la banda pero también al padre de cuatro hijos el cual se estaba fumando un cigarrillo.

Undisclosed Desires es una canción preciosa, aunque tiene muchos detractores puesto que es la más innovadora del grupo hasta ahora. Usa muchos componentes de música electrónicoa y no es del gusto de los fans más heavys. En fin, qué le haremos…

Después de Undisclosed Desires vino Starlight. Starlight es en mi opinión, la canción más comercial de Muse. Pero tengo que reconocer, a mi pesar, que me gusta… Aunque no tanto como otras. De todas formas, fue muy coreada.


Pero después de esta balada, vino otra joya clásica. El riff de Plug-in Baby sonó con potencia y nos electrizó a todos. La letra de esta canción puede no tener mucho sentido para quien lo busque, pero sólo se trata de ponerle imaginación (sobre todo después de dos baladas, las palabras “to forget your love” suenan sospechosas).

Después de este momento, la banda nos recordó que Our Time is Running Out, canción que está situada normalmente cuando el setlist, efectivamente, ya se está acabando. Es una canción increíble, durante la que Matthew y Chris intercambiaron puestos, de modo que tuvimos al gran bajista muy cerca. La pena es que la gente alrededor nuestro estaba mirando a la pantalla a ver qué hacía Matthew en lugar de mirar al Hombre del Cuello de Goma.

Antes de la pausa sonó Unnatural Selection, una canción que habla de la suerte que favorece a unos de forma injusta en la vida, y que lleva una gran razón. Como MK Ultra, pese a ser del último disco, ya se ha instalado en nuestros corazones.

Todos sabíamos que después de la pausa nos aguardaba aún una de las más grandes canciones de Muse. Sin embargo, no nos esperábamos, al menos yo no me esperaba, que volvieran con la primera parte de la sinfonía del Exogenesis, que comprende las tres últimas canciones de The Resistance. Lástima que solo tocaron la primera parte Overture, aunque quedó espectacular.

Tampoco me esperaba que después de este momento en que todos parecíamos flotar en el agua (es una sensación que produce esta canción) empezara a sonar Stockholm Syndrome (conocida por los fans hispanohablantes como “Síndrome de Estocolmo”). Intentaban convencernos que “This is the last time I forget you, and this is the last time I’ll abandon you… I WISH I COOOOULD!!!!!”. Es una canción de las que vuelven loco a cualquiera, con uno de los riffs impresionantes de Matt.

I finalmente, llegó el final. The Man With A Harmonica (o séase, Christopher) una versión de la música de la película Once Upon a Time In The West, fue seguida de la épica Knights of Cydonia, una canción que se supone que dura unos seis minutos y que pasó como un instante.

Todo el concierto pasó como un instante. Se despidieron rápido, Dom se adelantó para darle sus baquetas a una chica que habíamos conocido antes en la cola, y desaparecieron.


Si no hubiera sido porque los iba a ver el sábado siguiente, me habría derrumbado.